El secreto está dentro. Demoliciones controladas S.A. Miro la tarde caer con los ojos de Septiembre, avanzo decidido hacia el siguiente puente y grito todo lo que ayer callamos. Conforme tu castillo se derrumba nuestro amor se edifica. Fue siempre así desde el origen de los tiempos. Un día lo leerá ya tarde como siempre. Pero a veces la ciudad piensa en voz alta, los semáforos enferman, las mujeres recorren paisajes salvajes que tenían olvidados. Y palidecen los ojos enlutados, las cortinas esperan la huida, los brazos se retuercen, los rostros se entremezclan... y las copas sucumben al aliento de la noche. Todos las venas inyectadas en sangre. El pacto mutuo. A veces echo de menos ser un yonki sin modales. Publicarme en la noche y borrarme en las primeras luces. Recorro estos últimos días de playa con la conciencia tranquila y tu mano acaricia mi memoria como un gatito. Hemos cumplido cuatro décadas y he llegado hasta aquí siendo esto. Siendo honesto. Miro los versos desubicados y el cuarto por hacer y mañana se avanza gota fría. La última tarde del verano está agonizando. Nadie habla ya de los domingos tristes. Tengo los restos de tu cuerpo deshilachados en un verso de Sabina. "Pero ayer no era ayer, si no mañana".  Tardes de bibliotecas y cerrojos. De acabar un disco. Estoy leyendo cosas que no busco. Las líneas de tu cuerpo, aquella noche, por ejemplo. Y la impresión de que todas las personas de mi vida acaban creyendo en mí demasiado tarde. 

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