miércoles, 1 de abril de 2015

XXX.





Tenías en la pena unos ojos que no necesito,
en la boca una fragua quemando recuerdos,
un cúmulo de manos sosteniéndote
como un veredicto.


Tenías la cruz haciendo guardia,
el tiempo del alcohol y las cerezas
ardió en la hoguera de las vanidades,
en la penumbra.


Tenías la gracia y la sordina a punto de abrir guerra,
acampados en el oscuro abandono
de la carne se equilibra el péndulo,
tu mundo a juego con mis debilidades.


Beatifícame en tu cuerpo, húndeme en la miseria,
dame del cáliz de los presos,
de la pequeña ración de los oriundos,
los herejes, la pluma del maestre conspirando.


Lo único que cambia es el dolor
de los clavos que sujetan. Nada arregla


el siglo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario