sábado, 21 de diciembre de 2013

oración.






Aléjate de mí lo suficiente
para no tropezar con aquellas huellas.

La guerra para ti, el desierto en tu cama
vociferando ruinas.

En el circo del rencor tu orgullo
en lo más alto,

chafé el sombrero, te eché de menos
y deshice el nudo, mi insolencia.

El ojo del gato sabe mucho,
el corazón en los huevos salivando

y yo en primera línea de tu ausencia
ignorando aullidos.

Guardo en mi bolsillo lo que te robé ayer
maullaba una canción de los noventa.

Albergo esperanzas que mi realidad
no puede concederme.

No quiero barrer mi futuro con tus ojos
si sólo escribes para ti,
para ellos

me quedo un Sábado en casa, me anulo.
La última mujer que pasó por aquí
ya no tiene tu nombre.

Ha llegado el invierno

como llegan las flores muertas a tu cocina,
el sexo y los anuncios navideños,

llegan, pero se van
porque no se riegan,
porque están de paso.

Todo en sí es un tremendo misterio,
una oración incomprendida.

De mi desastre ya nadie habla.
Los últimos románticos navegan por las calles
y yo no sé qué buscan.

Ya no saldremos de todo esto,
porque estamos fuera,
porque ya sólo podemos adentrarnos

como la aguja a la sangre,

como el rencor al hombre.

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