Esa fue la última vez que la vi. “La calle de los cambios”,
nunca mejor dicho. Seis años después todavía me pregunto si valió la pena todo aquello.
Se me pone la piel de gallina al recordar aquellas noches y lo que me costó
desprenderme de todo aquello. Me estaba equivocando una y otra vez,
destrozándome contra ni se sabe qué, utilizando un alter ego para pasar de
largo ante la decisión más crucial de mi vida: salir del mundo de los muertos y
volver a ser persona. Sí, ya sé que con el tiempo todo se ve de otra manera.
Pero en aquellos vacíos y desesperanzas recuerdo haberlo pasado mal y haberme
desgañitado en vano. Nunca quise ser un mártir, pero creo que de aquel amor
acabé siéndolo. Tampoco hubiera sido lo que soy ahora sin aquellas faltas, esas
obsesiones. Dicen que una persona es todo lo que absorbe. Se llevaron mis ojos
la carne trémula y el desasosiego. Supongo que ella se llevaría mi paz. Entre
todo aquello quedó una persona desnuda frente al mundo con muchas locuras en la
cabeza y un rompecabezas interminable. Si me apartaba de esa vida, me sentiría
vacío y solitario y encima sin un camino que seguir. Traicionaría a todos
aquellos que brindaban por mis fracasos, que incluso me mandaban cartas
esperando nuevos versos, tragedias, desesperanzas. Si dejaba de lado todo
aquello, sería un escritor desubicado. Qué hacer a los 33 años si dejas lo que
más amas y necesitas: escribir. Subirme ahí a cantar y transformarme en un
personaje adicto a la ternura. Vomitar cientos de palabras y ahuyentar los
monstruos. Era un diablo de alma buena, el canalla del ayer vilipendiado. Y
aunque lo hubiera intentado, hubiera fracasado en el intento. Porque como ya
dije más de una vez, a veces siento que escribo para ellos, y porque en el
fondo es difícil aprender a cuidarte cuando tú estás el último en la lista de
las cosas que te importan. Hubo otras, que duraron menos. Cientos de tratados
de soledad codificada. Cientos de caminos nuevos que intenté realizar con otras
pero me costó bastante. Recuerdo haberme enamorado de Sara y haber recobrado
sensaciones ya dormidas. Sí, hubo un tiempo en el que volví a ser feliz y me
daba para el pan y las pasiones. Había recobrado la luz en los ojos, dejé la
droga definitivamente e incluso nos instalamos en una casita en el centro.
Fueron los tiempos de rodar con la banda y sacar los dos discos. De repente
esos cientos eran miles, los conciertos se llenaban de gente de todo tipo. De
repente ya no era un rapero más sino un escritor maduro y consecuente. Cada
tema era un himno y cada nueva canción un reclamo. Tenía claro desde el primer
momento que no me podía fallar a mi mismo. Yo contra mi en el espejo del baño.
Sobornar a la mujer anterior para que me de cuerda un ratito más. Sujetar la
tristeza con pinzas, lo justo para seguir creando alguna letra preciosa que mis
músicos arroparan. Habíamos pasado del desparrame juvenil a ser una auténtica
banda de rap-roll´ o como cojones quieran definir mi música. Y en ese tiempo
los poemas ya no me hablaban de ella, ni mi padre llamaba preocupado para
decirme que me cuidara, ni mi madre rompía mi silencio a voz en grito. No, por
una vez ya no me estaba arrastrando y era yo quién tiraba de ellos y sacaba mi
puta vida a flote con mi talento. Todo era perfecto. Lo había soñado y escrito
así. Y ni siquiera tenía tiempo a pararme a pensar qué coño sería de su vida.
Si la habían hecho feliz. Si alguien había cogido ese tren o se había tomado la
molestia de quedarse sin preguntar. Me prometí no escribirla en mucho tiempo.
No preguntar por ella. Yo sé que ella seguía escuchándome, lo palpaba. Siempre
había existido una química especial que nos conectaba. Yo la sentía cerca como
había sentido mucho antes su ausencia, sus pocas ganas de jugar conmigo. Seguro
estaría cohabitando con la literatura sucia. Seguro que se habría dejado las
ropas de mujer en la entrada y estaría subastando su tiempo en alguna cama
turbia y en algún cuerpo inteligente. Nunca podría haberme perdonado lo
contrario. Pero como todo amaina y todo pasa aquellos años de éxito acabaron
terminando. No sé por qué extraña razón después del segundo disco y de la gira
hubo problemas internos imposibles de cerrar. Sara tampoco veía que yo daba el
paso definitivo y acabó dejándome tirado para variar. Ahora que todo parecía ir
viento en popa. La música me había abandonado. La chispa estaba haciendo las
maletas. Sólo quedábamos mi poesía y yo. Y fue que ahí volvió a aparecer su
recuerdo pulcro y sin lastrar de entonces. Como por arte de magia la busqué
debajo del folio y allí estaba. Detenida en todos mis fracasos junto a todas
las mujeres de mi vida que se quedaron conmigo no sé dónde. Parecía que no se
había ido pero por sus ojos habían pasado muchas horas de distancia y duelo. Yo
que siempre la quise encontrar igual. La cogí del talle y le cerré los ojos. La
puse en la palma de la mano y sople sobre todo su cuerpo. Había encogido hasta
hacerse pequeña entre mis dedos. Colgaban sus piernas por el extremo del
meñique. Sonreía y comprendí mis precipicios, las cosas que ella intentó
explicarme. Había salido de esa mierda y
aún así resbalaba por mis manos. No era cuestión de encontrarse, sino de
encontrarnos, algo imposible. Sin decir una palabra fue deslizándose hasta que
se quedó agarrada con sus brazos a mi uña. Yo le dije, tengo un poema para ti.
Aunque haya pasado mucho tiempo. No hizo ningún esfuerzo por agarrarse. Yo
buscando lugares que la diluyan de mi memoria y era tan sencillo como dejar que
se soltara sin preguntas. Simplemente se desvaneció y lo único que pude oír fue
el eco de mi nombre resonando. Una voz triste y despierta se iba con ella. Y ni
siquiera ha sido un sueño. Tampoco un encuentro. Y esa ha sido la última vez que la he traído.
Precursor del placer del instante. Hablo con la muerte pero no contesta. La luz está aquí cerca pero nunca la alcanzo. La guerra fría entre nosotros ya no tiene sentido. He visto el hambre en tus ojos y lo llamé decadencia. 350 canciones desde el 03 pero son los poemas lo sostiene y rompe. Me emborracho y lleno la cama de semen y culpa y sigo caminando. Escribir no es mi condena, es mi alimento. Carga con mis traumas, yo lo bueno se lo doy a otros.
Intenso. Preciosísimo. De verdad.
ResponderEliminarLo único bueno de las ausencias es la creación.
muchas gracias, he estado ojeando el tuyo. es ciertamente muy interesante. saludos!
ResponderEliminarInspira mucho ésto, sinceramente. Muy bueno.
ResponderEliminarMe identifica mucho. Me ha encantado.
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