sábado, 14 de julio de 2012

FANTASMAS.




Abrí la puerta del Jimmy con otra mujer
y sólo vi fantasmas.

A lo lejos se suceden las notas
de un viejo piano
y la voz trémula y sensual de una mujer.

Empecé a bailar con ella
la danza de los muertos

y las fotos sucumben al encanto
de los mortales.

Sólo el jazz puede calmar a las fieras,
hablo desde la misma mesa
dónde me desangré de lágrimas
aquella noche.

Hablo y puede que después de eso
salga por la puerta de emergencia.

Uno y uno suman tres en mi teatro.
El recuerdo es un impulso desconcertado,
tú y yo gravitando en otra línea de frecuencia
solemos escupirnos.

Sé que cansa estar ahí
sujetando al hombre que no pude ser para ti,
que interrumpo tu sosiego, tu
dulce balada de trompeta.

Me agarro a las notas musicales
como si crearan un puente de plata
hacia tu cuerpo,
pero ya me siento moribundo en esas notas
antes de que el silencio
me empuje a por otra copa.

No curaré mi mal con esos tragos,
más de la pena sólo puede volver
uno sin conocerse haciendo eses,
pululando por el cosmos.

No volveré a ser joven
me digo mientras pago mi torpeza,
miro atrás por si quizá me acompañaras
pero me quedo hablando solo en esos rostros.

He de salir afuera y temo que después
me embriague la tristeza.

Me siento demasiado lejos de los taxis.

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