jueves, 23 de febrero de 2012

CADAVÉRICO




- Lo que nunca entendí fue esa obsesión tuya por las barras y las putas.
- La noche estaba llena de canciones y yo me puse a silbarlas.
- Pero en una de esas podías haberme perdido para siempre. No te importaba eso?
- Sólo me importaba que a las seis de la mañana una mujer no hiciera preguntas de ese tipo.
- Por eso estás tan lejos. No te das cuenta de que la vida se construye a tu alrededor, eres un cadavérico venido a menos y sin embargo parece que todo te siga resbalando. Dime, ¿nunca piensas en todo lo que tuviste?

- Pienso demasiado en todo lo que tuve, pero detenerse ahora sería
peor que uno de esos libros de autoayuda que no sirven para nada. A mi sólo me pueden ayudar los cuerpos y las emociones.
- Ya no se que hay de real en ti y qué de imaginario. Y sin embargo, si me quedo aquí diez minutos más acabaré diciéndote que me lo hagas otra vez. Tengo que aprender a vivir sin ti y tú tienes que aprender a vivir sin ti.
- Alguna vez te dije lo mucho que me gustaban las farolas cuando volvía de dejarte en casa?
- No.
- Pues si. Me encantaba contarlas, de una en una, imaginarme una luz, una dentellada de luz a altas horas y pensar que todavía conservaba a la mujer más hermosa del mundo.
- Charly, debo irme. No quiero que me hables. Que me convenzas. No quiero estar aquí mas tiempo y acabar viéndote como la última vez que nos cruzamos.
- Y cómo me viste aquella vez?
- Perdido y triste.


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