“Te
he apuntado en una barra de hielo
mi
dirección y mis mejores deseos...
que
te follen".
Lichis.
A
qué sabe en mi boca un “te necesito”,
a
qué suenan las lágrimas que te miento,
a
qué huelen las sábanas sin delito
ni
pena que yo pague en mi tormento.
¿En
qué lugar perdimos la inocencia?,
¿En
qué mala palabra hubo disparos?,
Que
ya no quiero empates ni violencia
ni
escenas entre actores secundarios.
Donde
quieras andar, estaciones de seda,
donde
quieras perderme, un cielo abierto,
aquella
noche sin principios se nos queda
marcada
a lomos del futuro más incierto.
Que
si, que ahora te fumas la tristeza,
que
si, que yo aún escribo mis comedias,
que
duro es regresar, que corta la belleza
y
como duelen los fracasos que me asedian.
Que
ya no veo Charlies en tus ojos incendiarios,
que
voy de whisky y merca hasta las cejas,
que
ya no tomas tierra en mis andenes solitarios,
que
caigo donde siempre si te alejas.
Lo
siento, Humphrey, no me invites a otra copa,
que
no éramos el uno para el otro -ella lo dijo-.
Y
a un amor en la niebla otro cuerpo lo arropa,
y a
un adiós en la sombra se le busca cobijo.
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