martes, 24 de enero de 2012

HUMPHREY.





                                                           “Te he apuntado en una barra de hielo
                                                           mi dirección y mis mejores deseos...
                                                           que te follen".
                                                                                                                              Lichis.
                                

  
A qué sabe en mi boca un “te necesito”,
a qué suenan las lágrimas que te miento,
a qué huelen las sábanas sin delito
ni pena que yo pague en mi tormento.

¿En qué lugar perdimos la inocencia?,
¿En qué mala palabra hubo disparos?,
Que ya no quiero empates ni violencia
ni escenas entre actores secundarios.

Donde quieras andar, estaciones de seda,
donde quieras perderme, un cielo abierto,
aquella noche sin principios se nos queda
marcada a lomos del futuro más incierto.

Que si, que ahora te fumas la tristeza,
que si, que yo aún escribo mis comedias,
que duro es regresar, que corta la belleza
y como duelen los fracasos que me asedian.

Que ya no veo Charlies en tus ojos incendiarios,
que voy de whisky y merca hasta las cejas,
que ya no tomas tierra en mis andenes solitarios,
que caigo donde siempre si te alejas.

Lo siento, Humphrey, no me invites a otra copa,
que no éramos el uno para el otro -ella lo dijo-.
Y a un amor en la niebla otro cuerpo lo arropa,
y a un adiós en la sombra se le busca cobijo.


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