jueves, 26 de enero de 2012

CÓMPLICES (YO NO TENGO LA CULPA)




Una vez pasé los treinta
y ya nada me importó
sino saber desandar lo próximo
para volver hasta aquí.

Pero supe que ya nada podría
devolvernos
y las calles estaban cantando su canción
de niebla y susto.

Yo a la vida no podía darle
ni un minuto de respiro,
un minuto ya era culpa,
una sonrisa duraba un viaje en metro,
de camino a la estación
yo te dejaba que dudaras en mis ojos
pero luego el tren se perdía hasta tu barrio
y me devolvías sucio a la ciudad.

Esos días invisibles que nunca celebramos
juntos,
esos días me están bajando a tierra
y escribo de parejas que se besan
y se pasan las bolsas de la compra
y veo tristeza en la vida misma
aunque envuelvan un regalo
o cenen en familia.

Veo rostros pendientes del futuro
y un amor siempre pendiente de otros.

Yo sé que ya no puedes entenderme
lejos de la mujer aquella
ya no puedes entenderme.

Ayer tocaba el cielo con las manos,
saben de mis actos y mis desconsuelos,

sueñan con salvarme pero nunca
aflojan la cuerda del poema,

y se sienten libres en tu cuerpo, a veces,
entre luces de poesía y palabras
a medio tiempo.

Yo a la vida no podía darle
ni un minuto de respiro,

y estoy tan lejos de los hombres
que caminan firmes
como cerca de los niños que aman sin prejuicios,

en medio de la nada haciendo equilibrismo
dónde tú me ves caer y recogerme
cansado de tu ausencia
una vez más

en medio de los llantos que piden
libertad para el hombre que tampoco me entiende
y ve cómo la vida resbala por mis actos

sin que yo vaya a darle alcance
sin que yo
pueda soñar entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario