Llevo la marca del hijo muerto
como paseo tu nombre
contra el folio.
Aplastado en la memoria
aquel recuerdo viudo y decadente.
Soy un cementerio de nostalgias
y cuerpos imperfectos.
Pero la selva es demasiado oscura,
devastado el cielo raso,
paisaje en ruinas, la sangre
evadida de los poros.
Hay, en el centro de la tierra
un punto negro, una visión.
Allí dónde se tocan los extremos
el vacío no se enciende
y el hombre es solo un simulacro,
una canción prohibida
en mitad de la noche.
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