viernes, 7 de agosto de 2015

LA PUERTA DE EMERGENCIA.



Hubo un tiempo en el que sólo bebía de las sombras y me dejaba caer por antros y aceras muertas. Todas las calles tenían un nombre dónde acaba el tuyo y nace la poesía vírgen, la última esperanza de los hombres. Allí se encuentran los mejores dioses abandonados a su suerte. Triste el corazón que lo alimenta y todavía lo sostiene. Hoy he pasado por su lado y todavía gime, no sé en qué otros cuerpos, en qué mala tarde. No sé si el verbo lo sujeta, si la palabra todavía lo ama. Yo sé que lo he dejado medio abandonado en la entraña del miedo. Allí sigue andando a ciegas y se nutre de comedia y drama. Allí todavía le sirve un corazón de hielo, unos besos robados, una vieja balada en la jukebox. Todos los cuerpos se visten de alimento, todas las evidencias se le escapan de las manos. Tiene en los ojos la pobreza del mundo, y me mira como si nadie más que mi locura lo empujara. Puede ser mi padre o mi esperanza, mi rival o mi amigo. Puede irse detrás de una cualquiera cuando se ahogue en sus lagunas. Ya le abrieron la puerta de emergencia. Ya no lo esperan. No a ese hombre. No a esos pasos. Cualquier día dirán que toda aquella paz fue sólo un mito. Una enciclopedia de nostalgias que yo no pude escribir por él. Nadie lo conoció sereno, o no del todo, su inteligencia emocional se disfrazaba en cada pliegue de la vida. Pero jamás le costó ejercer una sonrisa. El brillo de sus ojos apura el último trago. Escribe "decadencia" en la persiana y mea en la pared. Le sobreviene un verso, una caída. Dónde están todos se pregunta?.Quién rompe la botella y cose la desidia?. Decidme, joder, dónde coño están mis amigos?

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