martes, 15 de octubre de 2013

FÍSICA-CUÁNTICA.






Cuando tú y yo
estemos hechos fosfatina
y nadie nos recuerde
en el primer aullido primitivo,
lejos de la galaxia,
a miles de años de lo que fuimos

ya no podrás decirme que no.

Permanecemos inmóviles
en el centro de gravedad de la poesía,
lágrimas acordonadas que salen lentas
de tu boca al folio, al pensamiento,
de la trágica comedia que inventé
y que nunca trajo
nada nuevo.

Sometidos a una nueva temporalidad,
a un nuevo laberinto espacio-tiempo,
tocarte era química, física-cuántica,
sujetar extremos,
destripar al mundo.

Pero dime dónde apuntaste
nuestra fecha de caducidad,
dónde guardaste los extintores
para el deseo, tu neutralidad
para conmigo.

Dime, si ya alcancé el clímax,
si nada muere y todo se transforma,
si el cenit de dos locos adolescentes
fue mi cuerpo entregado al tuyo
en aquellos planetas sin vida,
aquel después desértico,
aquella plaga.

Dime si en tus ojos ya fuera todo
un agujero negro,
una mentira cálida y alargada,
una venganza para la cara b
de la humanidad, para el hombre malo

qué sentido tiene entonces soñar
que pongo un pie en tu núcleo,
que te conquisto
que soy el primer astronauta
clavando la bandera de la ternura
y la tozudez.

Dime, si ya elegiste por tu ombligo
salvarlo de mis garras, de mi invasión

casi te dejo las llaves de la nave

y vuelves tú solita.


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