He agotado los inviernos.
Anclado a la vejez del niño que no
sueña
toco las exánimes luces del pasillo
buscando una huida.
Ya le he dicho adiós a la inocencia
como Sean Penn y Nicolas Cage,
ya son las puertas del presente
irreversible
las que dictan con recelo los pasos del
futuro.
Todos te dan consejos para alcanzar la
felicidad
pero los veo abrigarse con su tristeza
a cuestas
en esta España cada vez más negra,
más ignorante y sumisa.
Cualquier cosa entre el bien y el mal
me sirve,
podría huir en alguna dirección
equivocada
dónde no exista el hambre y el
consuelo.
Podría quedarme impávido desgarrando
imágenes,
cubriendo de polvo cada metáfora,
publicar literalmente la última hora
de los ecos del fracaso
y su bicicleta sin dueño.
Creo que cada uno de vosotros
está un poco como yo. A ver qué cae,
deshaciéndose en miles de preguntas
diarias,
sujetando sus castillos en el aire,
la magnitud del tiempo.
Echáis de menos a alguien
pero también os echáis de menos a
vosotros mismos
en el espejo. Aquello que fuisteis.
Venís aquí a perpetuaros, a abrir un
libro,
compartir un café, espolsaros los
miedos.
Apaga la tele y abre tu conciencia,
reniega del inculto y el pragmático,
toca las primeras notas de un piano,
desnuda esa guitarra,
amamanta tus inquietudes.
Serás partícipe de la Gente Kafka,
saldrás en este poema travestido y
sobresaltado,
conseguirás la absolución.
Dinero poco, lo que cabe en un
sombrero,
las limosnas de la eterna juventud.
-Quién quiere guita cuando quedan los
recuerdos.-
Ya no son tiempos de bohemia ni de
amparo,
se apagó la luz del foco de tu vida:
extráñate si alguien
te dedicó un aplauso.
te dedicó un aplauso.
brutal, los pelos como escarpias, entro a leerlo varias veces por semana,eres un grande charly.
ResponderEliminarUn abrazo desde Elche!