martes, 11 de septiembre de 2012

SEPTIEMBRE.





























En el octavo Septiembre contigo
intento desmembrarme de ti lo juro
en los ojos de esa mujer del bus
en cualquier otra tragedia.
Intento pasar la página del tiempo,
el arrebato, los contrastes, la ceremonia
de los cuerpos que me empujan
al abismo.

Y tú te sientes sola en otra vida paralela,
en tu Septiembre tan distinto al mío.
Yo también leí poesía este domingo,
al levantarme hice de Kerouac
mi compañero y a mi también
me mató un poema dejándome desnudo
el resto del día.

Te das cuenta es la poesía lo que todavía nos une,
no busques más cuentas ni miserias,
no busques la razón en esos hombres.
Cojerás su mano y tendida hacia la muerte
querrás que te atraviesen con un mástil,
querrás que la vida no te agote
y comerás de su carne y su pasión despierta,
de su ocaso y quizá su mañana intacta
pero no podrás encontrarle los atajos,
quizá unas horas después todavía
no le hables al oído.

En el octavo Septiembre contigo
te veo aquí sujeta con alfileres como si
quisieras decirme algo y ya no tuvieras fuerzas,
he ido tejiendo sueños descubriendo mundos,
líneas en las manos como cataclismos,
sudores a destiempo y tentaciones huérfanas,
he ido acostumbrándome a sentirme solo,
a rozarte con canciones, versos despojados
del vientre de su madre

y sigues sagrada para mi nada ha cambiado
desde aquella sinrazón de dos adolescentes
casi viejos por sus causas y varados por la suerte.

Dime dónde estará aquel pescador en la botella,
las palabras que te dije en aquel antro
donde el Jueves se vestía de promesa,
dónde quedarán los primeros besos, los huracanes,
el primer hambriento en tus canciones,
la ternura cargada de cinismo, la indolencia
de dejarte en casa vírgen, los cajeros,
la lluvia y los primeros auxilios,
aquella puerta cerrada en un noche eterna,
las amigas que me temían cuando tú me sujetabas
contra todo y contra tus propios miedos,
hoy pasajeros irreductibles del viaje.

Dónde quedará el vértigo cuando te veas aquí
a mi lado todavía y te preguntes
yo no quise jugar a equilibristas,
yo tenía las cartas en la mesa y ya le dije
a la mujer que soy no vuelvas a nadie,
no traiciones este no de nunca,
esta miliciana respuesta ante el aliento del naufrago.

Sabrás que este amor valió la pena
cuando lo veas entrar sin hacer ruido por la puerta
-Susurrándote-
y salir con la cabeza alta y las manos llenas de cristales.

Oh torpe en mi bajeza y mis descuidos
dejé la puerta abierta del poema una vez más,
las inquietudes que me rondan,
el terco aprendizaje del sediento, del sonámbulo
que tropieza con tus idas y venidas,
que se encoje de hombros cuando ya no halla respuestas.

Antenas y deseos verán morir la noche en tu azotea.

Caerás al peso, dubitativa pero entera,
y no hallarás consuelo que te salve. 


 https://www.youtube.com/watch?v=3SD_7hmR-GY

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