martes, 8 de mayo de 2012

FALSAS GEOMETRÍAS.


Sigues preguntándote a dónde quiero llegar
con mi mala baba y mi lejana canción
turbia y somnolienta.

Dulce esclavitud la del sediento
que cobija la verdad en unos labios raídos,
y no sabe llegar, quedarse y bajar los hombros.

Debe ser difícil que te elijan
entre tantas falsas geometrías,
atascos y circunvalaciones en ésta,
la ciudad gigante que caminas entera y fatigada.

Sólo echo de menos de la vida
no pasear contigo de la mano en esta noche.

Cambié un futuro espléndido por lo que soy,
la leche fermentada caducó en esos amores
ignorantes, en esas miradas de desprecio,

no tuve invitadas a la altura,
no me arrastré tampoco más de lo necesario,
ni te pedí que me salvaras, tú,
que vas regalando besos sin que caigan en mi boca.

Debe ser difícil que te elijan
cuando ya todo sonaba triste entre nosotros
y la poesía se apagaba en tus ojos,
y mi inconsciencia abría un charco
que te negabas a cerrar en cada uno
de aquellos cien poemas machacados por el vértigo.

Sólo ante el peligro de sentirme inerte
me abandoné a las canciones y los bares,
dejé atrás carreteras con tu nombre,
intenté evaporarme para que me entregaras
a la ceremonia de tus amantes rotos.

Si alguna vez lo hiciste, fingiste tan mal
que tuve que dejar la puerta abierta.

Debe ser difícil que te elijan
de camino al trabajo recogiendo tus dudas
y te nombren la mujer más terca del mundo.

Que te soplen a la oreja cuando estás de vuelta,
que te dejen cartas insospechadas, macetas secas,
triángulos de amor en la despensa
y una cita a ciegas que ni siquiera presientes.

Te veo en cada número de teléfono que me aprendo,
en las cabinas y en los timbres, en el final
del invierno perdiendo trenes,
en la esquina de los perturbados,
en el esquirol que traiciona un amor pactado,
en el humo de las fábricas, en el niño desdentado
que jamás tendremos,
en la rutina y los descuidos, en la vejez y los aplausos,
te veo resumida en esas miradas prisioneras
de mi histriónico viaje.

Debe ser difícil que alguien diga
-Tú sobre todos mis miedos, pero tú-
y no se acaben las calles para no escaparte

nunca

de este poema.

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