Subió por tus
piernas la gramática y yo estaba lejos de todo aquello. Sólo una bulba
consentida, un sótano sin luz hacia tus piernas. Sólo eso devastaba la noche,
sucumbia al principio del ciego, del auspicio. Subió por tus piernas toda mi
pena de golpe y empecé a dejar de recordar. Apagones y velatorios.
Desintoxicación mental a muchos kilómetros de donde tu distancia y la mia nunca
convergen. Se había abierto la ciudad contra mi poesía. Después sólo sangre,
litros de amargura y borrachos bebiendo en la iglesia de la Torre de Quart mientras la
vida hacía su horario de tarde ronca y cigarros prestados.
Se había
desmoronado la ciudad y yo te echaba toda la culpa. Ya no me buscabas. Yo te lo
pedí. Mi lucidez murmuraba decrépita hacia los abismos del silencio. Allí donde
yo me empeño en hablar y en levantar mis depresiones, donde el cultivo de
sueños busca la luz de cruce, la impertinente esperanza que levanta a los
débiles, que da pavor al paranoico y que mantiene en vilo al inconstante. Ver
para que cicatricen los ojos, respirar esperando el dia del juicio, la canción
definitiva que nos salve.
Eras la única
persona que creía en mi tristeza. Y por eso viniste, seis años después. De la
mano de una cordura humillante. Todo tu futuro para ti, con tu poesía y tus
miedos, tu carne fresca y tu inventario de hembra resucitada. Yo tenía la
mirada acrílica despezada para ti. Toma, mis últimas imágenes para que las
llores y las aplastes contra tu ventana. Eso debí pensar un segundo antes de
que me llamaras por mi nombre y me machacaras con palabras estériles...
"Tu
conciencia es un volcán que nunca apago
Mi miseria una cuestión de principios.
Dime donde
empieza a morirse el tráfico
que voy a coger taxis y ansiolíticos.
La vida ha
rescindido este contrato,
la muerte te ha contado que no existo.
Los años que
te debo están intactos,
a veces tan nostálgico que llego hasta el olvido.
Coge las maletas y la identidad perdida,
déjame las huellas y los sobresaltos.
Vivo en un hotel de estrellas desprendidas,
mi techo huele
a cielo y mis hijos son de asfalto."
Entonces apuré
el último grado de cinismo que todavía se conservaba en pie. Giré mi cabeza y
con desprecio te dije si esa mierda la habías escrito tú. Un imperio se cayó en
tus ojos, un imperio de miles de años. Lágrimas como ejércitos de escépticos y
ríos de ternura repatriada. Te caiste con todo el equipo. Agachaste la cabeza,
hablaste con el suelo, miraste a tu marido. "Déjalo, ni siquiera se
sostiene". Te acercaste por última vez. Me tocaste la cara, me abriste la
puerta: "No, Charly. Eso me lo escribiste tú hace dos años. Aunque lo
hayas enterrado contigo." Y saliste de mi vida derrumbada. LLevándote la
luna de Valencia contigo mientras las Torres de Quart descorchaban el último
litro de tinto a mi salud.
Carmen se
acercó, con su nariz rojiza y sus cuarenta kilos de desequilibrios. Abrió su
boca mutilada por el jako, puso su brazo sobre mi espalda y me dijo que no me
preocupara por aquello. "Ellos pertenecen al mundo de los vivos."
Luego me senté en el bordillo de la iglesia, cerré mis ojos y decidí que la
noche ya no merecía respirar más. Empecé a recordarlo todo. Me abrí la cabeza
contra Dios, vomité el desasosiego y di gracias de no haber alargado más esa
estúpida comedia.
Hoy he ido al
entierro de Carmen y había doce personas, de las cuales sólo recordaba a dos.
He cogido el coche y cuando he llegado a casa tenías hecha la comida. Luego ha
venido tu exmarido a por su hijo y mientras te abrazaba he notado su mirada de
compasión y de infelicidad. Yo lo he mirado como suelo mirar a todas esas
personas que nunca van a entender esto. Lo he dejado solo con su ignorancia y
he levantado la mano sugiriéndole que se fuera a tomar por culo mientras mi
dedo corazón iba de un lado para otro.
Ha cogido la
parte de su vida que todavía no le he robado y ha salido disparado con su coche
de seis kilos. Tú has entrado por la puerta y me has dado un abrazo como si
mañana fueran a prohibirlos. Te he dado las gracias por resucitarme y al acabar
el postre hemos hecho el amor. Te has quedado dormida y yo he empezado a
escribir esto pensado ya en que voy a regalarte por tu treinta y ocho
cumpleaños.
La piel de gallina. Qué grande eres.
ResponderEliminar(He creado el blog sólo para dejarte comentarios... jajaja)
Me llena el hueco que tengo dentro de mi.
ResponderEliminarCada noche antes de dormir.
Gracias.
Me ha cortado el cuerpo
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