Vida puta que
destruyes
lo que mis manos
intentaron moldear,
mi futuro hecho de
vendas y tijeras,
de veleidades en la
sombra, de quimeras
que traje del
escarnio y de la burla,
del penitente y del
suicida, del imperfecto
soñador que supo
moldear
la quijada de la
luna.
Vida puta que me
pudres
a voz en grito, como
si ellos
todavía dieran
cuerda a mi fracaso,
como si el ladrido
de la calle atormentara
más allá de los
borrachos y los fugitivos,
de los alcohólicos y
rezagados,
de las señoras
imperfectas
que supieron
pervertir el corazón
más inmaduro de la
escuela.
Ya no te tengo miedo
estoy impune
porque los charcos
de mi voz aletargada
se esparcieron en
sus labios,
ya no te tengo miedo
la fatiga
me venció y no dejé
huellas en la acera
ni moratones en los
ojos,
ya no tildé de loco
al entusiasta,
ya no vestí de luces
al mendigo,
hoy sólo me limito a
desangrarme
en las orillas de la
tregua
para que tú me
luches
o me entregues.
Vida puta, me está
naciendo una canción
de amor y droga, de
sexo y rabia,
impunemente atacarán
los dedos
descorchando la
leche de mi falo,
me aferraré a los
gritos de su cuerpo
hasta que sangre mi
nariz y pueda verla
lamiendo de mis
vértebras,
acariciando al
muerto que se estrella
contra el lunes
maldecido que no vino.
Ama mi muerte porque
después de ella
vendrá la tuya, y la
de otros
para que nazcan
versos.
La poesía es la
sangre de mis ojos desventados,
de mis lágrimas
deshechas vida puta
dime dónde están los
versos que empujé
contra su ira y sus
pezones,
dime dónde anclamos
a la reina del juego,
dónde olvidé el
camino a casa entre sus piernas,
donde nada más que
nada y todo
en una miserable
apuesta hacia ella misma.
("Vida puta,
olvídate de mi
porque en el fondo
estoy tocando fondo
al reincidir,
será porque me
tienes a tu antojo,
será porque es mejor
también así...
Quique González.)
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