Si yo
desconectara de ti y fueras sólo
una sombra de
lo que fuiste,
si yo dejara
de quererte como lo hago,
con tormentas
desmedidas, con arrebatos,
si yo supiera
mostrarte mi agradecimiento
a todo lo que
significas para mi de otra manera,
si yo no fuera
tan patético en esas noches
que destruyen
todos mis castillos de naipes,
si yo pudiera
amar a otra persona, abrirme
al futuro con
entusiasmo y rebeldía,
si mis ojos no
rompieran filas cuando apareces,
si yo te
entregara con gusto, me perdiera de vista,
volviera del
sueño y dejara ese espacio
necesario para
poder respirar a solas,
si tú no me
dejaras acariciarte
cuando
comparto versos y canciones,
si yo volviera
a desconocerte, a reinventarme,
si dejara de
escribirte para siempre,
si yo dejara
de escribirte para siempre,
si tuviera
valor para olvidarte en la mañana,
para escupir
sobre tus manos vacías,
si dejara que
la noche me abrazara sin reservas
para darme al
amor de quien padezca hambre,
si no me
conocieras como soy, si no me delatara,
si yo no
hubiera sido tan sincero aquella tarde
y no te
hubiera dado esos tres besos,
si archivara
todo en un cajón y te engañara
con
cualquiera, si yo no fuera tan penoso,
si yo hubiera
despertado de este sueño mucho antes,
si yo dejara
de ser tu cómplice, si yo volviera
a delinquir en
otras bocas,
a esperar que
alguien dijera ¡Hey poeta!
sin temor a
que los labios se me llenen de miseria,
si yo no me
pisara el corazón atolondrado,
si yo callara
todo esto, si yo te aborreciera,
si yo te
impertinara y te clavara cruces de silencio,
si yo, en
definitiva, dejara el club de los patéticos
ya no tendría
sentido
ser el poeta
del impulso.
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