jueves, 26 de enero de 2012

EL POETA DEL IMPULSO.





Si yo desconectara de ti y fueras sólo
una sombra de lo que fuiste,
si yo dejara de quererte como lo hago,
con tormentas desmedidas, con arrebatos,
si yo supiera mostrarte mi agradecimiento
a todo lo que significas para mi de otra manera,
si yo no fuera tan patético en esas noches
que destruyen todos mis castillos de naipes,
si yo pudiera amar a otra persona, abrirme
al futuro con entusiasmo y rebeldía,
si mis ojos no rompieran filas cuando apareces,
si yo te entregara con gusto, me perdiera de vista,
volviera del sueño y dejara ese espacio
necesario para poder respirar a solas,
si tú no me dejaras acariciarte
cuando comparto versos y canciones,
si yo volviera a desconocerte, a reinventarme,
si dejara de escribirte para siempre,
si yo dejara de escribirte para siempre,
si tuviera valor para olvidarte en la mañana,
para escupir sobre tus manos vacías,
si dejara que la noche me abrazara sin reservas
para darme al amor de quien padezca hambre,
si no me conocieras como soy, si no me delatara,
si yo no hubiera sido tan sincero aquella tarde
y no te hubiera dado esos tres besos,
si archivara todo en un cajón y te engañara
con cualquiera, si yo no fuera tan penoso,
si yo hubiera despertado de este sueño mucho antes,
si yo dejara de ser tu cómplice, si yo volviera
a delinquir en otras bocas,
a esperar que alguien dijera ¡Hey poeta!
sin temor a que los labios se me llenen de miseria,
si yo no me pisara el corazón atolondrado,
si yo callara todo esto, si yo te aborreciera,
si yo te impertinara y te clavara cruces de silencio,
si yo, en definitiva, dejara el club de los patéticos
ya no tendría sentido
ser el poeta del impulso.



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