Al hijo de
un Dios no se le tose.
Encuentro
mis pulmones desprovistos
de la
pequeña propina que es respirar,
mis
párpados famélicos, las manos huecas,
soy yugo y
alimento soy aroma
a calzada
fresca y a pájaros mojados.
Si escupo
en tus pies sólo seré barro.
Pero si me
detengo en los cielos mustios
de mis
ojos a mis pies siento que caigo
del
cobertizo al suelo
ya sin
ambages, sin detenerme.
Me he
transitado durante treinta y nueve años
por los
estrechos edificios que asoman
dentro de
mi ser. He caminado en círculos
como una
peonza dentro de un colegio.
He amado
el sustento y la parodia,
he puesto
precio a mi conciencia
y mírame
soy todos esos cuerpos y ninguno,
todo se
resume en esta cárcel sórdida
que admite
un nuevo Septiembre.
Cobijándonos
del frío y de la lluvia,
culpándola
de todos los cadáveres
que no
puedo revivir.
https://www.youtube.com/watch?v=tzqTC_obHmE
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