lunes, 27 de agosto de 2012

A LA PRINCESA INCA.










Lo que sabes de mí
te lo ha chivado un folio espeso
alguna canción huérfana de padre y madre.

Lo que yo sé de ti
me alimenta hasta quebrar los párpados,
llenar los abedules de quimeras,
desmembrar al hombre que cohabito.

Me estoy enamorando de tus amores
de tus imperfecciones, tus manías,
de tus turbias obsesiones.

Sólo porque a mi también me soltaron
de la mano de Dios.

Una poetisa en el filo de los sueños impolutos,
sudor entre el hambre por el hambre,
senectud entregada a los designios
de las manos.

He aprendido a destrozarme sin ayudas,
a venir aquí cuando me siento insomne,
cansado y mutilado.

Algunos hemos nacido para que nos escupan
y relamernos en su descarnizada canción
de mierda errante.

Los veo pasar con sus consejos y me dicen
olvida a esa mujer, arráncate de nuevo
hacia la vida, mata tus demonios.

Y no se acercan lo que tú
cuando me ahogas todavía más,
y me siento más sucio y melancólico
y en ese llanto rompo la ventana

y todo lo veo por sus ojos

-cristales rotos-.

1 comentario: