No se lo perdonarán, ni ellos ni
nosotros.
He perdido el miedo a que te vayas
porque siempre vuelves.
Cuando me prendo fuego
sólo tus lágrimas apagan el incendio.
Cuando te abro, se va el hombre
que me espera triste y desasistido.
Y bailo para ti, en ese cielo de
tormentas ocres
que da cobijo a puestos malditos y
delirantes.
Soy el rey de la selva, danzan los
espectros
y la vida sigue siendo una pregunta
inalcanzable.
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