El sol ha renunciado a muchos otros.
Pero suicidarse al borde del poema
sería poco ético.
Mañana sonarán los claxons,
los hombres seguirán soñando con mujeres
de escote definido y pluriempleo.
En el bar de debajo de mi casa
dos viejos se comerán la oreja
hasta que empiece el partido.
Y yo llevaré dos días sin comer y metiéndome
contigo.
Creo que a estas horas
debía boicotear el parlamento.
He olvidado cómo apretaba
el riesgo de encontrarte ebria.
Se supone que ayer hicimos el amor
pero la verdad que
sólo se supone.
Y así danzan los versos calavéricos
por la ingravidez de tus ojos.
Era la música
la guerra prometida que jamás me prometiste,
y ya no se si la desnudez me hizo bien
o debí quedarme al margen del poema.
Dame cinco minutos.
Dame cinco minutos más
para que me vista.
cinco minutos que parecen una eternidad ;)
ResponderEliminar