viernes, 30 de diciembre de 2022

NO HABÍA UNA CALLE




No había una calle más triste en Valencia que Jacinto Labaila.

De qué callada manera

me acerco a ti entre cuerpos de ceniza,

canciones a media asta -interludios-,

fuego fatuo diluyéndose.


De qué callada manera te busco en esas dunas

esas calles que son tus piernas cerradas a mi sexo.

Esa lucha indescriptible contra un muro.

Salgo por la puerta de emergencia y evacuo,

expulso el desayuno, la terrible imagen

de mi cuerpo solitario con el hueco de tu ausencia.

Y yo te busco,

te busco desde el hijo muerto

a la itinerante canción de despedida.


Desde mis ganas de esperarte

a sembrar en todas las mujeres de la tierra.


Quiero explotar y que todo termine,

que me dejes ausente en esos cuerpos

huyendo de mí mismo.

Peleando el paraíso como trozos de vísceras

que alguien esparce y luego recupera.


Algo parecido al deseo

cuando viaja en ambulancias rojas y prohibidas.

Amé esa carretera,

el útero manso diciendo no.

Ámame en esta noche turbia,

en el falo disperso donde planto mi bandera,

ámame amor

porque vuelvo a equivocarme en estas calles

donde mi ángel de la guarda está esnifando cocaína

y te nombro

y te escucho

y me abrazas diciendo que me amas

pero el sexo entre nosotros ya es excusa,

una palabra retorcida y miserable,

un grito solemne

sobre el eco del mundo.



https://www.youtube.com/watch?v=sB5W1EOUGig


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