No había una calle más triste en
Valencia que Jacinto Labaila.
De qué callada manera
me acerco a ti entre cuerpos de ceniza,
canciones a media asta -interludios-,
fuego fatuo diluyéndose.
De qué callada manera te busco en esas dunas
esas calles que son tus piernas cerradas a mi sexo.
Esa lucha indescriptible contra un muro.
Salgo por la puerta de emergencia y evacuo,
expulso el desayuno, la terrible imagen
de mi cuerpo solitario con el hueco de tu ausencia.
Y yo te busco,
te busco desde el hijo muerto
a la itinerante canción de despedida.
Desde mis ganas de esperarte
a sembrar en todas las mujeres de la tierra.
Quiero explotar y que todo termine,
que me dejes ausente en esos cuerpos
huyendo de mí mismo.
Peleando el paraíso como trozos de vísceras
que alguien esparce y luego recupera.
Algo parecido al deseo
cuando viaja en ambulancias rojas y prohibidas.
Amé esa carretera,
el útero manso diciendo no.
Ámame en esta noche turbia,
en el falo disperso donde planto mi bandera,
ámame amor
porque vuelvo a equivocarme en estas calles
donde mi ángel de la guarda está esnifando cocaína
y te nombro
y te escucho
y me abrazas diciendo que me amas
pero el sexo entre nosotros ya es excusa,
una palabra retorcida y miserable,
un grito solemne
sobre el eco del mundo.
https://www.youtube.com/watch?v=sB5W1EOUGig
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